viernes, 20 de junio de 2008

"AL"


CAPITULO I


Lo que estoy por contar sucedió no hace mucho en algún lugar de la ciudad de México, lo expreso así porque no recuerdo el lugar exacto pero de cualquier manera eso no es lo importante.
Conocí a Al un día en un restaurante con mi novia, recuerdo que estábamos comiendo pechugas a la poblana, yo estaba sentado platicando con mi novia y de pronto una familia con un bebe en brazos y otro niño de aproximadamente seis años, se sentaron en la mesa contigua y muy amablemente nos saludaron, mi novia y yo contestamos muy amablemente el saludo y cada quien siguió con sus asuntos.


Mi novia y yo terminamos de comer y salimos, casi al instante salió Al acompañado de su familia, mi novia que por cierto se llama Nancy subió al coche, pero yo no pude dejar de observar a Al, recuerdo que el conducía una camioneta, toda su familia se subió al auto pero a la hora de intentar arrancar no funcionó el coche.


Vi que al se bajo de la camioneta y abrió el cofre del motor para intentar ver el problema como casi todo buen mexicano, pero no pudo por que el coche no trae una flechita que te diga “aquí está el problema” así que me baje del coche y fui a asistirlo, el amablemente acepto mi ayuda pero yo tampoco sabía un carajo de mecánica automotriz.


Solo acerté a darle el número de una grúa y él me lo agradeció mucho, regrese a mi auto y me fui del lugar, una vez que estaba camino a casa de Nancy comenzó a llover casi como monzón, yo no veía nada y por accidente el coche pisó una mancha de aceite y el coche comenzó a girar, yo perdí el control del coche y accidentalmente el auto golpeó a una señora embarazada quitándole la vida casi instantáneamente.


Pero ahí no paro, el coche se estrello contra un poste de luz y desafortunadamente fallecí debido a que un pedazo de metal me atravesó el estomago y salió por la espalda, con los dos minutos de vida que tenia vi que a Nancy no le había pasado nada y me sentí feliz unos instantes después me dio sueño y me dormí.


Desperté en una caverna obscura que olía a humedad, era lo único que percibía angustiosamente me busque la herida ocasionada por el pedazo de metal que me había dado muerte, me sorprendí al no sentir lesión alguna o el pedazo de metal; levante la vista y me recosté para intentar asimilar un poco lo que me estaba pasando.


Estaba ahí recostado cuando entre las sombras vi un destello, algo brillante, me incorpore de inmediato y pude ver que el destello se movía, primero me dio curiosidad y luego me puse nervioso porque el destello venia hacia mí, una vez que estuvo más cerca pude ver un hombre de aproximadamente tres metros de alto y los nervios se transformaron en un miedo una vez que pude ver a detalle a este hombre que tenia la piel pálida más bien de color gris, llena de cicatrices, era un hombre musculoso, era calvo con una prominente barba, llevaba una antorcha en la mano derecha y por el destello de luz pude ver sus ojos de color rojo, sin decirme nada me dio la espalda y comenzó a caminar.


Yo comencé a caminar tras el sin perder mi distancia, me llevo a un gran portón que abrió sin ningún problema y ahí dentro había personas encadenadas a la pared con la ropa hecha girones, sus huesos podían verse por debajo de la piel y algunos tenían heridas recientes que dejaban ver sus entrañas.


Uno de ellos levantó la vista, se me quedo viendo fijamente y comenzó a reírse, esa risa nunca se me va a olvidar, era una risa de burla, casi infernal, seguí caminando y de la nada se me apareció un hombre bien vestido con un taje de color negro, camisa roja y corbata color vino, cabello corto, portaba un bastón en la mano.


Me vio fijamente a los ojos por un buen rato y se dirigió a al hombre enorme que me escolto hasta ahí y le dijo:


-Porque lo haz traído hasta aquí Alastor?


-Escuche de un recién llegado y fui a ver si era cierto y aquí está.


-Bueno, está bien, puedes retirarte Alastor.


Apenas voltee un segundo y este enorme gigante ya se había marchado, en seguida volví la vista al frente y ahí estaba el, parado frente a mí, con la cara pensativa y dijo – bueno, ya estás aquí permíteme presentarme, y soy Lucifer o el señor don diablo, como quieras llamarme; déjame mostrarte el lugar.


Caminamos juntos y me dijo que había ciertos niveles donde las almas iban a pagar sus culpas y que por lo había visto dentro de mi todavía no era mi hora de morir y que lo que había pasado conmigo había sido un accidente, realmente no había querido matar a nadie y que una vez más los del purgatorio habían hecho un pésimo trabajo.


Así que me paso a un lugar un poco más agradable donde había sillas hechas de piedra y me dijo – mejor ponte cómodo, porque puedes pasar mucho tiempo aquí, aunque aquí el tiempo se vuelve algo son valor, ya sabrás de lo que te estoy hablando.


Perdí la noción de los días que habían pasado, para mi empezaba perder el sentido tener un interés por el tiempo, me sentía como el invitado incomodo, de vez en cuando iba a dar una vuelta por el lugar aunque no me alejaba mucho del lugar que me designaron.


Después de un tiempo escuche que se acercaba otra persona, era un hombre de aspecto común sin ninguna característica en particular; el diablo amablemente me dijo – como estas?- a lo que yo respondí – bien mi estancia aquí no ha sido del todo desagradable pero tampoco me ha gustado del todo, el diablo me observó un rato y se fue riendo, como si lo que le dije hubiera sido un chiste.


El hombre se me quedó viendo, sorprendido, estoy casi seguro de que tuvo la misma reacción que yo y me pregunto – cuanto tiempo llevas aquí?, me dio curiosidad por lo que acabas de hablar con el diablo? – y yo le respondí – mucho más de lo que puedas imaginar y al parecer vamos a estar juntos mucho más tiempo aquí, y ya que vamos a estar juntos sería bueno saber tu nombre, el mio es Abram-, el levanto la mirada y respondió – mi nombre es Al.





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